Llega el buen tiempo y las vacaciones de los más peques, y
la agenda se nos llena de planes al aire libre, muchos de ellos relacionados
con los animales.
Desde Charlacanes queremos compartir con vosotros que hay
otras maneras de acercar a los niños el mundo de los animales sin necesidad de
verlos enjaulados, viviendo en decorados de materiales artificiales y
padeciendo climas totalmente opuestos a los de sus hábitats.
Los zoos y acuarios, son lugares donde los animales sufren
un confinamiento perpetuo, manifestando importantes problemas físicos y
emocionales. Además, dichos lugares apenas rozan –y cuando lo hacen es muy, muy de lejos–, el
carácter educativo que se les podría exigir, convirtiéndose en una sucesión de
escaparates, los primeros, y en un circo acuático, los segundos.
Los centros de protección animal, santuarios, reservas,
parques naturales…, son quizá espacios más orientados hacia la tarea de
trasladar a los niños el respeto a los animales y ayudarlos a entender las
formas de actuar, alimentarse, etc., de las diferentes especies con las que
compartimos el planeta. Aún así, en algunos parques de nuestro país se mantienen
animales procedentes de lugares con climas tan diferentes al nuestro como
cebras, leones, suricatos, osos polares…
Lamentablemente, estos centros no siempre están cerca de
nuestros lugares de residencia pues buscan emplazamientos en espacios naturales
alejados de los núcleos urbanos. Si por este motivo nos planteamos que la
opción de visitar el zoo es la única manera de que nuestros peques vean
animales de cerca, valoremos si el verlos sobre módulos de cemento, en jaulas
de cristal, bañándose en aguas estancadas y malolientes, apáticos y sucios, va
a darles, de verdad, una perspectiva enriquecedora de la vida salvaje. ¿No
sería mejor para ellos verlos en una película o en un libro? Se puede plantear
como un momento de ocio familiar; elegir la película, verla juntos, comentarla,
hacer alguna actividad divertida relacionada con ella. Echadle imaginación, ya
veréis qué buen momento.
La idea original para la creación de un zoo es buena, lo
malo es su desvirtuación al querer convertir estos espacios en una actividad
comercial, ignorándose las necesidades de hábitat de los animales y careciendo
de un personal adecuadamente formado para enriquecer su entorno de manera que
su vida confinados sea lo más similar a cómo sería su vida en libertad. No
hablamos sólo de veterinarios, sino de expertos en etología animal,
especializados en el comportamiento de cada una de las especies presentes en el
zoo. Es decir, menos animales y mejor cuidados. Con más espacio –más, muchísimo
más–, y no favorecer la interactuación con los visitantes de una manera tan
evidente.
¿Qué podemos hacer?
Buscar lugares alternativos en los que
se respete el bienestar de los animales alojados. Nosotros, a día de hoy, no
podríamos recomendar con el corazón ninguno de los parques que conocemos al
cien por cien, pues aquellos parques que disponen de un amplio territorio, a
modo "Safari", se equivocan, en nuestra opinión, al tener animales de
otros climas, pero, al menos, los animales pueden trasladarse en una simulada
semilibertad, ejercer cierta territorialidad, pasar la noche al aire libre… Es
una opción aceptable.
Localizar santuarios de animales, reservas y protectoras que
admitan visitas. Esta es la mejor opción, sin duda, pues suelen tener programas
educativos, talleres y visitas guiadas para menores. Además los niños se
acercarán a la labor desinteresada de estas organizaciones, conocerán el
trabajo del voluntariado y la posibilidad de colaborar con estas entidades de
diferente modos.
Si carecemos de los recursos necesarios para poder ir a uno
de estos centros y decidimos ir al zoo, hacer de observadores puede ser una
buena manera de contribuir a mejorar las cosas. Detectar, con la ayuda de los
pequeñajos, qué animales están apáticos, tristes o sucios, cuáles están felices
y con buen aspecto, relacionándolo con el espacio del que disponen, y valorar
cómo se podría mejorar, puede ser una actividad divertida y muy constructiva
para ellos. Seríamos algo así como la "patrulla animalera" ¿qué os
parece? Al acabar nuestra visita, sería genial compartir nuestra opinión con
los responsables del zoo, si es por escrito, mejor. Constatar que hay una
demanda de que mejoren las instalaciones puede contribuir a que vayan tomando
medidas en beneficio de los animales.