viernes, 30 de octubre de 2015

"Fango"

“Todos los perros son el perro, 
todas las noches hermosas son aquella noche.”

Así termina el último libro que nos acabamos de leer las charlatanas, “Fango”, escrito por Gonzalo Moure desde el corazón, como si Troy, un precioso alobado; Graco, con cicatrices en la cara; Tom, de olor a romero y tomillo; Kazan, el primer cachorro… y otro muchos perros con los que compartió su vida desde niño, hubieran enriquecido las palabras del autor, llenándolas de una ternura muchas veces poética.



Escrito con cercanía y emoción, refleja una época, no demasiado lejana aún, en que los animales, y sobre todo los perros por su cercanía, eran sólo “algo” cuya validez dependía directamente de la utilidad práctica que nos podían proporcionar. Sólo algunos “perreros”, como Antonio, el amigo del autor que tanto le enseñó, en la soledad de sus intenciones velaba por devolverles parte de la dignidad que habían robado a aquellos animales maltratados que deambulaban por acequias, huertos, estercoleros… Eran otras épocas, mucho más duras qué duda cabe, pero lo más sobrecogedor es que, hoy, más de cincuenta años después, hoy, aún se abandonan animales porque ya “no sirven”.

“No le gustaban nada los cazadores. Nada. Para él eran parte de un mundo incomprensible de los adultos, un mundo de laceros y cazadores, a los que no podía perdonar que cuando el perro ya no era útil le pegaran un tiro. O peor, como a los galgos (fue la primera vez que lo supe), que eran ahorcados por sus dueños cuando perdían velocidad. Tom, para él, era un rebelde, y se había librado de algo malo.”


Este conmovedor libro es una buena lectura para todas las edades; en nuestra opinión, desde los adultos hasta los peques de ocho o diez años, con los que podemos compartir su lectura, encontrarán en sus páginas importantes enseñanzas.

“Y para entender que un perro no piensa que va a morir nunca. Para él, la vida es eterna en este segundo. Y si de pronto tiene tres patas, como Chiquita, no se lamenta, no piensa en cómo se las arreglará: sencillamente se las arregla. Nosotros no. Siempre pensamos en lo pasado, o en el futuro, nos perdemos ese goce infinito del animal cuando todo está en orden, cuando el sol entibia su piel, su compañero humano está cerca y lo acaricia, y el estómago está en paz. No hay mejor profesor de vida que un buen perro, que un caballo sereno.”

Los pasajes tristes, que haberlos “hailos”, se compensan con los valores que logra transmitir, la extrema sensibilidad que desprenden estas historias de camaradería, recuerdos de infancia…, historias inolvidables con perros de diferentes orígenes con las que se pueden aprender tantas y tan importantes cosas.


“Promesas acerca de un futuro sin lazos ni matanzas de animales. Un futuro que, en su pequeño mundo de Aljete, llegó a conseguir.”

Muchas veces, los que trabajamos en la protección de los animales, pensamos que falta mucho por hacer para salvaguardar sus derechos, historias como esta nos permiten valorar todo lo que se ha avanzado gracias a gente como Antonio, Gonzalo y Jose que, en su infancia y lejos de acomplejarse por ser “los locos de los perros” para la sociedad de su tiempo, volcaron su especial sensibilidad en hacer las cosas mejor, cambiando la vida de aquellos animales que llegaban hasta ellos.


Os recomendamos este libro de la editorial Edelvives desde el corazón; nos ha encantado y conmovido, y, casi nos olvidamos, sus ilustraciones, realizadas por Ester García, contribuyen de una manera muy discreta a acercarnos más este relato de niñez y emociones.

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