“Todos los perros son el perro,
todas
las noches hermosas son aquella noche.”
Así termina el último libro que nos
acabamos de leer las charlatanas, “Fango”, escrito por Gonzalo
Moure desde el corazón, como si Troy, un precioso alobado; Graco,
con cicatrices en la cara; Tom, de olor a romero y tomillo; Kazan, el
primer cachorro… y otro muchos perros con los que compartió su
vida desde niño, hubieran enriquecido las palabras del autor,
llenándolas de una ternura muchas veces poética.
Escrito con cercanía y emoción,
refleja una época, no demasiado lejana aún, en que los animales, y
sobre todo los perros por su cercanía, eran sólo “algo” cuya
validez dependía directamente de la utilidad práctica que nos
podían proporcionar. Sólo algunos “perreros”, como Antonio, el
amigo del autor que tanto le enseñó, en la soledad de sus
intenciones velaba por devolverles parte de la dignidad que
habían robado a aquellos animales maltratados que deambulaban por
acequias, huertos, estercoleros… Eran otras épocas, mucho más
duras qué duda cabe, pero lo más sobrecogedor es que, hoy, más de
cincuenta años después, hoy, aún se abandonan animales porque ya
“no sirven”.
“No le gustaban nada los cazadores.
Nada. Para él eran parte de un mundo incomprensible de los adultos,
un mundo de laceros y cazadores, a los que no podía perdonar que
cuando el perro ya no era útil le pegaran un tiro. O peor, como a
los galgos (fue la primera vez que lo supe), que eran ahorcados por
sus dueños cuando perdían velocidad. Tom, para él, era un rebelde,
y se había librado de algo malo.”
Este conmovedor libro es una buena
lectura para todas las edades; en nuestra opinión, desde los adultos
hasta los peques de ocho o diez años, con los que podemos compartir
su lectura, encontrarán en sus páginas importantes enseñanzas.
“Y para entender que un perro no
piensa que va a morir nunca. Para él, la vida es eterna en este
segundo. Y si de pronto tiene tres patas, como Chiquita, no se
lamenta, no piensa en cómo se las arreglará: sencillamente se las
arregla. Nosotros no. Siempre pensamos en lo pasado, o en el futuro,
nos perdemos ese goce infinito del animal cuando todo está en orden,
cuando el sol entibia su piel, su compañero humano está cerca y lo
acaricia, y el estómago está en paz. No hay mejor profesor de vida
que un buen perro, que un caballo sereno.”
Los pasajes tristes, que haberlos
“hailos”, se compensan con los valores que logra transmitir, la
extrema sensibilidad que desprenden estas historias de camaradería,
recuerdos de infancia…, historias inolvidables con perros de
diferentes orígenes con las que se pueden aprender tantas y tan
importantes cosas.
“Promesas acerca de un futuro sin
lazos ni matanzas de animales. Un futuro que, en su pequeño mundo de
Aljete, llegó a conseguir.”
Muchas veces, los que trabajamos en la
protección de los animales, pensamos que falta mucho por hacer para
salvaguardar sus derechos, historias como esta nos permiten valorar
todo lo que se ha avanzado gracias a gente como Antonio, Gonzalo y
Jose que, en su infancia y lejos de acomplejarse por ser “los locos
de los perros” para la sociedad de su tiempo, volcaron su especial
sensibilidad en hacer las cosas mejor, cambiando la vida de aquellos
animales que llegaban hasta ellos.
Os recomendamos este libro de la
editorial Edelvives desde el corazón; nos ha encantado y
conmovido, y, casi nos olvidamos, sus ilustraciones, realizadas por Ester García, contribuyen de una manera muy discreta a acercarnos más este relato de niñez y emociones.
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