jueves, 16 de abril de 2015

Tarta llega a casa

Nuestra Tarti, Tartufi, Tartaleta (nuestra familia es magistral para llamar a nuestros peludos de mil maneras y ellos, con sus mentes abiertas, contestan a todos los apelativos sin problema) llegó a casa de “acogida”. Había sido abandonada y estaba preñada cuando la organización El Refugio la rescató. Al poco tiempo alumbró una camada de perros calcados a ella que se llamaron Brioche, Donut, Bizcocho… Tras el parto y cumplir con la lactancia, llegó a nuestra casa y nos cautivó a todos. Iba a estar una semana en espera de que pudiera entrar en el centro de adopción pero, de un modo “que sí pero no”, todos sabíamos que se había hecho con nosotros. De eso hace ya más de tres años.



Tarta es un cielo, y no es que lo digamos nosotros, lo dicen las gentes por las calles, de verdad, no es que hagan masa y se manifiesten, es más a cada paso que damos con ella, en los parques, por la acera, amigos y conocidos, Tarta cautiva a todo bicho viviente. Bueno con los felinos no, ella pone todo de su parte, los persigue por los pasillos, se lanza al sofá en el que tranquilamente dormitan, intenta jugar con ellos dándoles con sus patazas, se come su comida… pero nada, oye, que ellos no son muy receptivos, no, vete tú a saber por qué.

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