Hemos tenido la suerte de poder
disfrutar de este puente en tierras tarragonesas y Tarta se ha bañado
por primera vez en el Mediterráneo. Como sabéis, ella es muy de
cantábrico y quizá la tranquilidad de esta costa le causó algo de
recelo al principio. De hecho, en un primer momento le interesaba más
unir a la familia (uno paseando, otro leyendo el periódico bajo un
pino, uno con su helioterapia, –el vulgar “vuelta y vuelta” que
decimos nosotros– otro con el agua a media pantorrilla buscando
razones para sumergirse…), y así nos lo hacía saber yendo de uno
para otro, lloriqueando lastimeramente. Es que ella es muy tozuda
respecto a la disgregación; vamos, que no debe producirse bajo
ningún concepto, o todos bajo el pino, o todos paseando, o todos lo
que sea, pero todos, ¡hombre!, parece mentira.
Sólo cuando el más valiente de los
nuestros se echó a nadar, decidió ella proceder de igual manera, y
allá que fue, que fue, que fue, que casi llega a Mallorca… Por lo
demás, en su línea, se hizo amiga de un par de niñetes muy salados
y de un microperro muy juguetón y coqueto. Una jornada tranquila y
divertida, en una costa muy hermosa.
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